jueves, 21 de octubre de 2010

La envidia

La envidia es un sentimiento morboso que impide reconocer virtudes en otros, porque la personalidad del envidioso desea el fracaso del virtuoso. Él mismo, en su fracaso, sufre, al no ver en otros, la misma miseria que lo caracteriza a él.

La envidia es sumamente peligrosa. Comienza con un deseo sutil de tener lo que otros tienen o de ser lo que otros son. El envidioso, al no tener la capacidad de tener o ser, acude a actitudes bajas para desacreditar al virtuoso.

El envidioso es peligroso, porque al no poder tener de una forma natural lo que otros tienen, es capaz de robar y de matar para quitarle al virtuoso lo que con su trabajo y empeño han conseguido tener y ser.

Los triunfos ajenos son el sufrimiento del envidioso; el sufrimiento ajeno es la alegría de ellos.

El envidioso, en su trato, parece sincero, pero en sí es un hipócrita. Sabe esconder muy bien, bajo un manto de cordialidad, los verdaderos sentimientos que lo mueve.

Fue la envidia lo que indujo a Caín a matar a su hermano Abel
Fue la envidia lo que motivó a los hermanos de José a querer matarlo para deshacerse de él y al no poder  lo vendieron a unos mercaderes.
Fue la envidia de Saúl lo que lo que produjo su rivalidad con David.
Fue la envidia de los fariseos lo que llevaron a Jesús a la cruz.
La envidia lo que mata vidas espirituales y ministerios

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